El cambio climático es la mayor amenaza actual para el planeta. El cambio climático genera unos cambios en los ecosistemas y organismos vivos, causados por primera vez por la actividad humana. Principalmente, por la extracción de combustibles fósiles, el crecimiento demográfico imparable, la ganadería extensiva, un estilo de vida basado en el consumo, que incluye la popularización del transporte individual y de los viajes en avión.
Una de las cuestiones que hacen más difícil comprometerse con la acción sostenible es la percepción de que nuestras acciones se ven diluidas. Es el pensamiento de que “soy sólo yo quien lo hace”, o “no pasa nada por una vez…”. Para las personas que ya viven las consecuencias del cambio climático, cada acción es extremadamente importante; mientras que las que lo perciben como algo a largo plazo, lo ven poco palpa ble, lo cual dificulta el compromiso.
Actualmente, millones de personas en todo el mundo están llevando a cabo acciones, personales y empresariales, en respuesta a la que es considerada ya una emergencia climática. Pero muchas otras personas se mantienen ignorantes del problema, desconfiadas de las alarmas de la ciencia, negando los hechos, rígidos en su manera habitual de moverse, de consumir o alimentarse. Posiblemente atrapados en la desespe ranza de creer que nada puede ha cerse, o que sus acciones no tienen impacto.
Tranquilizándose al compararse con otros que están peor o sin tiempo ni energía para afrontar un reto tan eleva do. O, simplemente, como ahora es tán bien, no piensan en la perspectiva de cómo pueden estar otros, o ellos mis mos en otro momento.
La percepción de peligro está también influenciada por la estructura social: las más jerárquicas tienden a percibir las agresiones contra el medio ambiente menos amenazantes que las más igualitarias; y cuanto más peligros se ciernen sobre una sociedad, más adaptación existe a ellos, y es más difícil reaccionar ante la amenaza ambiental.
Efectos del cambio climático en las personas. Pero, ¿cuáles son los efectos del cambio climático en las personas? Son profundos. Desde las dificultades de supervivencia de las personas más vulnerables en condiciones de temperaturas extremas, al estrés por la competencia para acceder a los recursos naturales (Reuveny, 2008). El aumento de la temperatura genera un aumento de la violencia (Anderson, 2001); se eleva el sufrimiento derivado de anticipar el futuro, o las catástrofes que otros sufren lleguen a afectar a la propia comunidad. También crecen los problemas de salud mental, como demuestran diversos estudios (Kidner, 2007; Macy& Brown, 1998; Nicholson, 2002).
Pero está la posibilidad de transformar la adversidad en efectos positivos y hermosos, como compartir juntos el problema, buscar soluciones conjuntas, crecer en valores comunitarios, aumentar nuestra compasión por los seres más vulnerables o menos poderosos, y crear nuevas alianzas entre se res humanos, y también con otras especies.
La Psicología Ambiental centra su trabajo en entender y predecir mejor cómo la conducta humana afecta a nuestro mundo. Solo podemos cuidar de nuestro medio ambiente si notamos que formamos una unidad interdependiente con él, que no existe como ente separado de nuestra existencia.
¿Qué puede hacer la persona de a pie? Necesitamos diferenciar necesidades de deseos. Un cambio en el modelo de consumo que disminuya emisiones, agotamiento de recursos naturales y sufrimiento humano en el actual modelo de insatisfacción permanente.
Una cultura que celebra la sostenibilidad en lugar del despilfarro. La ostentación tiene impactos enormes en la emergencia climática. La cultura también crea necesidades reales, y su percepción cambia con el tiempo. Un artículo de lujo como el coche ha pasado a ser en las Islas una necesidad real por la falta de transporte público de calidad y accesible en todo el territorio. Y se hace prácti camente indispensable para tener un empleo, por ejemplo.
La publicidad nos vende la felicidad que se siente al comprar; sin embargo las investigaciones no respaldan esta idea, especialmente en países donde la media de consumo es alta. Nos produce felicidad satisfacer necesidades básicas, no satisfacer caprichos o necesidades creadas por el marketing. Se nos ven de que consumir crea identidad, pero en realidad es una forma pobre de satisfacer necesidades psicológicas reales y profundas.
La propia percepción del tiempo es cultural y sabemos que en las culturas basadas en el ahora se produce una urgencia por consumir que deja poca perspectiva para advertir lo que sucederá mañana. Por otro lado, ganar tiempo y aumentar la comodidad, a costa de destruir el medio ambiente, se ha vuelto una práctica cultural afianzada.
Por el contrario, existe la evidencia de que comprometerse en actividades de cuidado mediambiental produce mayor bienestar subjetivo (Brown & Kasser, 2005). Sabemos también que el pánico, el miedo intenso, tiende a paralizar a las personas. Pero más que aterrarnos, necesitamos actuar. Y sabemos que pasar de la contemplación del problema a comprometernos con el problema climático trae un senti do de competencia y pertenencia, necesidades éstas profundas y constantes en los seres humanos (Jhonson et al, 2007). El grado de apego, de vínculo afectivo con el lugar donde se vive es un buen predictor de cuánto se va a involucrar la persona en su cuidado.
Por otro lado, las Islas son espacios frágiles, altamente interdependientes del bienestar mundial, y necesitadas de protección para su equilibrio ambiental. Un árbol es la máquina perfecta para procurar oxígeno, una comida basada en vegetales es el menú que más nos beneficia, y al planeta; proteger la naturaleza, invertir en recursos naturales y reforestar es el mejor regalo que podemos hacer. La mayor necesidad humana es la de pertenecer, y a nada pertenecemos más que a esta tierra que nos sostiene.
¿A qué esperas para hacerte feliz?